Este jueves sale la nueva entrega del primer videojuego que revolucionó el mercado de los smartphones: ‘Angry Birds’. Basándose en una mecánica clásica, la catapulta, manida por millones de juegos flash a lo largo y ancho de la red, los muchachos de Rovio supieron darle una vuelta de tuerca: en lugar de ambientar el juego en la Edad Media, bien fantástica bien realista, optaron con exprimirse la imaginación hasta sacar jugo y contextualizar el juego en un mundo en que unos cerdos verdes han robado los huevos a unos pájaros gruñones que se autocatapultan para vengarse de los ladrones. El éxito era inexorable.
El juego se lanzó con cierta timidez y ya es, además de un juego divertidísimo, una marca en sí mismo, que genera toda serie de productos de merchandising, tales como camisetas, peluches o zapatillas de andar por casa. Además, una serie de animación está en camino. Casi nada.
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