Una de las características de este año será que a lo largo de sus doce meses vieron la luz títulos de las sagas más memorables de la historia reciente –y no tan reciente- de los videojuegos. Entre estos títulos está, por supuesto, ‘Max Payne 3’, tercera entrega de una saga de acción con trama de thriller psicológico y oscuro.
Hace ya años que el poder económico de la industria de los videojuegos se compara con el de la industria del cine. Dichas comparaciones se centran en los ingresos generados, pero lo cierto es que cajas tan abultadas se logran, además de con buenos juegos, con un merchandising potente y seductor, produciendo productos derivados que, además de aumentar el relieve y el peso del videojuego, suponen una fuente de ingresos muy lucrativa. Dichos productos pueden ser de diversa índole: novelas, como por ejemplo las de ‘World of Warcraft’, muñecos, como los de cientos de videojuegos, especialmente japoneses, o como en el caso que nos ocupa, bandas sonoras.
La banda sonora de ‘Max Payne 3’ ha sido compuesta y grabada por HEALTH, una banda de rock radicada en Los Ángeles. La canción que sirve como tarjeta de presentación, ‘Tears’, estará disponible en itunes el 15 de mayo, el mismo día en que el videojuego estará en las tiendas.
Además de los temas de HEALTH, se incluye un track de Emicida, un artista de hip hop natural de Brasil afincado en Sao Paulo. Y por si fuera poco, las mezclas que sonarán en el capítulo del juego ‘Nightclub’, realizadas por el colectivo DJ Trouble & Bass, podrán descargarse gratuitamente una vez el juego esté en la calle.
Antes, las bandas sonoras de los videojuegos eran meras anécdotas que rara vez cuajaban en algo medianamente trascendente –como la inolvidable melodía de ‘Monkey Island’-; luego evolucionaron y alcanzaron un nivel insólito, valorado sin remilgos por todos los jugadores. Pero parece que poco a poco se está yendo más allá. Quizás la banda sonora de ‘Max Payne 3’ acabe en muchos hogares donde no hay videoconsolas; quizás las canciones del juego sean tarareadas por melómanos que no saben si Max Payne es un policía o un fontanero, ni les interesa; tal y como sucede a día de hoy con muchas bandas sonoras de cine, que han trascendido su origen para alcanzar una aparente autonomía. Si algún día llegáis a casa de alguien y está escuchando una canción de ‘Max Payne 3’ y no tiene ni idea de lo que va el videojuego, alegraos: será una seña inequívoca de que esta industria que tanto gozo nos causa ha calado definitivamente en la cultura contemporánea, formando parte de ese diálogo entre artes y medios que en los casos más gloriosos echa raíces en el imaginario colectivo.