Aunque ha sido desbancado de la primera posición del Top Gratis Nuevo de la Play Store por ‘Angry Brids Space’, merece la pena que dediquemos unas palabras a este título de Runner Games: ‘Skater Boy’.

La mecánica del juego es sencilla: comenzamos a la izquierda de un escenario y debemos llegar a la meta, situada en el extremo derecho. El ‘Mario Bros’ de las máquinas recreativas o el mítigo ‘Wonder Boy’ ya eran así, y para plataformas móviles encontramos una multitud de juegos que siguen este esquema, tales como ‘Meatball Marathon’, de producción patria.

En ‘Skater Boy’ manejamos a un muchacho que va en monopatín, tal y como podíamos deducir. Al muchacho lo controlamos por medio de dos botones: uno de ellos, representado por una flecha que mira a la derecha, sirve para que avance ganando velocidad. Deberemos pulsarlo constantemente, ya que cada vez que le demos se corresponde con una toma de impulso bajando un pie de la tabla, y la inercia de csda impulso es pequeña. El otro botón, representado por una flecha que mira hacia arriba, tiene la función de salto, imprescindible para esquivar objetos que es, al final, la esencia del juego.

Porque sí: básicamente el juego consiste en eso: ir hacia la derecha y esquivar. Algo muy simple, sí, pero por lo mismo muy efectivo: se vuelve a confirmar que las mecánicas más sencillas son idóneas para las plataformas móviles, soportes donde los usuarios jugamos con mucha frecuencia pero normalmente poco rato cada vez. Con la videoconsola podemos es casi obligatorio echar un par de horitas por sesión; con el móvil esas sesiones son excepcionales.

Los gráficos son simpáticos, resultones. Y también el sonido, aunque la elección de la banda sonora sea, tal vez, un tanto desafortunada. Al igual que sucedía con ‘Shoot the apple’, el diseño de niveles es la piedra filosofal del juego, ya que en él reside en última instancia el constante y renovado interés de los jugadores. Sí, el diseño de niveles es excelente.

‘Skater Boy’ es, en definitiva, un juego cuya primera impresión no sorprende demasiado pero que, sin embargo, por su sencillez y simpatía, invita siempre a echar otra partidita… y para cuando nos hayamos dado cuenta, ya nos habrá inoculado su veneno y no podremos dejar de jugar.