Según un estudio, la violencia en los videojuegos no sólo no aumenta la diversión sino que produce el efecto contrario. Parece confirmarse que los contenidos violentos no añadían motivación para jugar.
El motivo por la que los niños prefieren jugar al Halo 3, World of Warcraft o Team Fortress no está necesariamente relacionado con que quieran ver sangre o actos violentos.
Tanto los jugadores veteranos como los más joveves prefirieron juegos en los que podían superar obstáculos, sentirse efectivos y elegir entre diversas estrategias y acciones.